Queridos hijos, días difíciles vendrán para los hombres y mujeres de fe. Aún tendréis largos años de duras pruebas, Alejaros de todo aquello que os aparta de Jesús. Animaros y buscad a Aquél que es vuestro único y verdadero Salvador. En la gran persecución a la iglesia de Mi Jesús, los fieles buscarán al Señor a escondidas. Así como ocurrió con los primeros cristianos, también llegará para los hombres de hoy el tiempo de dolor. No retrocedáis. Vuestra victoria está en Jesús. Rezad. En la oración está también vuestra victoria. No retrocedáis. Después de toda tribulación el Señor enjuagará vuestras lágrimas. Soy vuestra Madre Dolorosa, sufro por aquello que viene para vosotros. Este es el mensaje que hoy os transmito en el nombre de la Santísima Trinidad. Gracias por haberme permitido reuniros aquí una vez más. Os bendigo en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén. Quedad en paz.