Queridos hijos, entregaros a Jesús y dejad que Su gracia os transforme y santifique. En estos días, vivid profundamente el misterio de la cruz de Cristo. Él se ha entregado por amor a cada uno de vosotros. No ofendáis a Jesús. Arrepentiros. Sin arrepentimiento no podéis alcanzar la conversión. Doblad vuestras rodillas en oración. Camináis hacia un futuro doloroso. El dragón furioso se levantará. Lanzará fuego sobre Mis pobres hijos y el dolor será grande. Sufro por aquello que viene para vosotros. Yo os amo. Dadme vuestras manos y os conduciré a Aquél que es vuestro único y verdadero Salvador. Coraje. Este es el mensaje que hoy os transmito en nombre de la Santísima Trinidad. Gracias por haberme permitido reuniros aquí una vez más. Os bendigo en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén. Quedad en paz.