Queridos hijos, apartaos del pecado y vivid vueltos hacia el Paraíso para el cual únicamente fuisteis creados. Dios tiene prisa y éste es el tiempo de la gracia para vosotros. No arrojéis fuera los Tesoros de Dios. Vosotros sois del Señor y solamente a Él debéis seguir y servir. Vuestra alma es preciosa para el Señor. Cuidad de vuestra vida espiritual y no permitáis que el humo del demonio cause ceguera espiritual en vuestras vidas. Sed hombres y mujeres de fe y en toda parte testimoniad que estáis en el mundo, pero no sois del mundo. Vivís en el tiempo peor que el tiempo del Diluvio y ha llegado el momento de vuestro retorno. No os crucéis de brazos. Lo que tenéis que hacer, no lo dejéis para el mañana. Cuando sintáis el peso de la cruz, llamad por Jesús. En Él está vuestra fuerza. Tiempos difíciles vendrán para los justos. Rezad por la Iglesia. Aún veréis horrores en la Casa de Dios. Muchos se apartarán de la verdad y abrazarán aquello que es falso. Sufro por aquello que viene para vosotros. ¡Rezad! ¡Rezad! ¡Rezad! Este es el mensaje que hoy os transmito en nombre de la Santísima Trinidad. Gracias por haberme permitido reuniros aquí una vez más. Yo os bendigo en nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén. Quedad en paz.