Queridos hijos, apartaos del pecado, pues solamente así podréis comprender Mi Presencia en medio de vosotros. El pecado os lleva a la ceguera espiritual y os impide de comprender los Designios del Señor para vuestras vidas. ¡Tened cuidado! Vosotros tenéis libertad, pero os invito a poner límites a vuestra libertad. No seáis esclavos del demonio. Os pido que mantengáis encendida la llama de vuestra fe. Camináis hacia un futuro de gran oscuridad. Buscad la luz del Señor. Él quiere salvaros, pero depende de vuestro querer para que Él pueda actuar a vuestro favor. Rezad. Cuando estáis alejados, os convertís en el blanco del enemigo de Dios. Arrepentíos y buscad la Misericordia de Mi Jesús por medio del Sacramento de la Confesión. Adelante. Lo que tengáis que hacer, no lo dejéis para el mañana. Yo os amo y rogaré a Mi Jesús por vosotros. ¡Coraje! Después de todo el dolor, vendrá para los justos gran alegría. Este es el mensaje que hoy os transmito en nombre de la Santísima Trinidad. Gracias por haberme permitido reuniros aquí una vez más. Yo os bendigo en nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén. Quedad en paz.