Queridos hijos, alegraos, pues vuestros nombres ya están inscritos en el Cielo. Los que buscan al Señor en esta vida tendrán gran recompensa en el Cielo. No os desaniméis. Mi Jesús os ama y os conoce por vuestro nombre. Sed justos. En todo, imitad a Aquel que es vuestro Único Camino, Verdad y Vida. Cuando os suceda caer, llamad a Jesús. Buscadlo siempre en la Eucaristía y seréis proclamados Benditos del Padre. Yo os amo y estaré siempre con vosotros. Dadme vuestras manos y Yo os conduciré por el camino de la santidad. Coraje! Cuando todo parezca perdido, el Señor os dará la victoria. La humanidad beberá el cáliz amargo del dolor, pero, por fin, Mi Inmaculado Corazón triunfará. ¡Adelante con alegría! Este es el mensaje que hoy os transmito en nombre de la Santísima Trinidad. Gracias por haberme permitido reuniros aquí una vez más. Yo os bendigo en nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén. Quedad en paz.