Queridos hijos, el gran tesoro será despreciado y en muchos lugares la mesa estará vacía y Mis pobres hijos estarán hambrientos. Yo soy vuestra Madre Dolorosa y sufro por aquello que viene para vosotros. No os apartéis de la verdad. No retrocedáis. Mi Señor necesita de vuestro sincero y valiente testimonio. Acoged el Evangelio de Mi Jesús y escuchad las enseñanzas del verdadero Magisterio de Su Iglesia. Buscad a Jesús. Él está presente en la Eucaristía en Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad. Decid a todos que ésta es una verdad innegociable. Os pido que mantengáis encendida la llama de vuestra fe. Suceda lo que suceda, no os alejéis de Jesús. Dadme vuestras manos y Yo os conduciré hacia Aquel que es vuestro Único y Verdadero Salvador. ¡Adelante en defensa de la verdad! Este es el mensaje que hoy os transmito en nombre de la Santísima Trinidad. Gracias por haberme permitido reuniros aquí una vez más. Yo os bendigo en nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén. Quedad en paz.