Queridos hijos, cuidad de vuestra vida espiritual. Todo en esta vida pasa, pero la Gracia de Dios en vosotros será Eterna. Los justos están con el Señor. El Cielo es la recompensa para todos aquellos que aman y defienden la verdad. Alegraos, pues vuestros nombres ya están inscritos en el Cielo. Aquello que el Señor ha reservado para los Suyos, los ojos humanos jamás lo han visto. Sed mansos y humildes de corazón. Vosotros estáis en el mundo, pero no sois del mundo. Arrepentíos y sed como Jesús en todo. Yo soy vuestra Madre, y he venido del Cielo para prepararos. Escuchadme y seréis recompensados por el Señor. No os olvidéis: Vuestras almas son preciosas para Mi Hijo Jesús. Fue por amor a vosotros que El se entregó en la cruz. Tiempos difíciles vendrán, pero aquellos que permanezcan fieles hasta el final serán proclamados Benditos del Padre. ¡Adelante en el amor y en la defensa de la verdad! En la oración silenciosa, escuchad la Voz del Señor que os habla al corazón, y seréis capaces de comprender los Designios de Dios para vuestras vidas. ¡Coraje! Este es el mensaje que hoy os transmito en nombre de la Santísima Trinidad. Gracias por haberme permitido reuniros aquí una vez más. Yo os bendigo en nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén. Quedad en paz.