Queridos hijos, Mi Jesús está con vosotros. Confiad en Él, que ve lo que está oculto y os conoce por vuestros nombres. Sois importantes para el Señor. Dad a Él vuestra propia existencia. Quiero veros felices ya aquí en la Tierra y luego Conmigo en el Cielo. No os desaniméis. Suceda lo que suceda, no retrocedáis. Vuestra victoria está en el Señor. La humanidad se ha alejado del Creador y camina hacia el abismo de la autodestrucción que los hombres han preparado con sus propias manos. Doblad vuestras rodillas en oración. Acoged el Evangelio de Mi Jesús y en todas partes testimoniad que sois del Señor. No os olvidéis: En la Eucaristía está la fuerza para este tiempo de tribulación. No os alejéis de la verdad. Camináis hacia un futuro doloroso. Los traidores a la fe actuarán como Judas y Mis pobres hijos cargarán pesada cruz. Estad atentos. En todo Dios en primer lugar. Este es el mensaje que hoy os transmito en nombre de la Santísima Trinidad. Gracias por haberme permitido reuniros aquí una vez más. Yo os bendigo, en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén. Quedad en paz.