Queridos hijos, doblad vuestras rodillas en oración. Camináis hacia un futuro doloroso. Se escucharán gritos de ayuda en todas partes y muchos caerán al suelo aterrorizados. Sufro por vuestros sufrimientos. Volved al Señor. Él os ama y os espera de Brazos Abiertos. La humanidade camina espiritualmente ciega y Mis pobres hijos beberán el cáliz amargo del sufrimiento; Buscarán la verdad y en pocos lugares la encontrarán; Vivirán confundidos y hambrientos. Amad y defended la verdad. Vuestra victoria está en el Señor. Confiad en Él y seréis grande en la fe. No retrocedáis. Adelante por el camino que os señalé. No os desaniméis. No hay victoria sin cruz. Después de toda la tribulación, el Señor enjugará vuestras lágrimas y todo terminará bien para vosotros. Este es el mensaje que hoy os transmito en nombre de la Santísima Trinidad. Gracias por haberme permitido reuniros aquí una vez más. Yo os bendigo, en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén. Quedad en paz.