Queridos hijos, recordad hoy a la Institución de la Eucaristía y del Sacerdocio, preciosos tesoros dejados por Mi Hijo Jesús. Él permanece entre vosotros manifestando Su Misericordia y ofreciendo a vosotros Su precioso Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad. En estos tiempos difíciles en que la Iglesia de Mi Jesús camina hacia el Calvario, os invito a ser defensores de la verdad. No os crucéis de brazos. Dad lo mejor de vosotros y testimoniad con vuestra propia vida que sois únicamente del Señor. Defended a Jesús. Los enemigos actúan para destruir lo que es más precioso en la Iglesia de Mi Jesús. Llegará el día en que buscaréis la Eucaristía y en muchos lugares los hombres negarán la Presencia Real de Mi Jesús. Este será el tiempo de gran dolor para los justos. Sufro por aquello que viene para vosotros, pero no os desaniméis, pues Mi Jesús estará muy cerca de vosotros. Él jamás os abandonará. El pequeño rebaño de ministros fieles os ayudará y no quedaréis sin los sacramentos. Valor. Doblad vuestras rodillas en oración. Por fin, la victoria será del Señor. Aquellos que permanecieren fieles hasta el fin, recibirán una gran recompensa. Adelante en la defensa de la verdad. Este es el mensaje que hoy os transmito en nombre de la Santísima Trinidad. Gracias por haberme permitido reuniros aquí una vez más. Yo os bendigo, en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén. Quedad en paz.