Queridos hijos, no perdáis vuestra esperanza. Creed firmemente en el poder de Dios y Él cuidará de vosotros. Sois preciosos para el Señor. No os desaniméis. Cuando sintáis el peso de las pruebas, llamad por Jesús. Él es vuestro Grán Amigo y os ama. Buscadlo siempre, pues sólo así seréis ricos en la fe. Conozco cada uno de vosotros por el nombre y vine del Cielo para llamaros a la conversión. Abrid vuestros corazones y dejad que la Acción Poderosa de Dios transforme vuestras vidas. No permitáis que las cosas del mundo os aparten del camino de la Salvación. Cerrad vuestros ojos hacia las fáciles seducciones del mundo y servid al Señor con alegría. Yo rogaré a Mi Jesús por vosotros. Doblad vuestras rodillas en oración. Váis al encuentro de una grande guerra entre la verdadera y la falsa iglesia. Vuestra arma de defensa será la verdad. Escuchad a Jesús en Su Palabra y permaneced fieles al verdadero Magisterio de Su Iglesia. No permitáis que nada o nadie os alejen de la verdadera Iglesia de Mi Jesús. La verdadera Iglesia de Mi Jesús beberá el cáliz amargo del dolor. Será despreciada y perseguida, pero será victoriosa, pues Mi Jesús la defenderá. Adelante sin miedo. Este es el mensaje que hoy os transmito en nombre de la Santísima Trinidad. Gracias por haberme permitido reuniros aquí una vez más. Yo os bendigo, en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén. Quedad en paz.