Queridos hijos, yo soy vuestra Madre Inmaculada y vine del cielo para llamaros a la conversión. Sed mansos y humildes de corazón, pues deseo conduciros a Mi Hijo Jesús. Os pido que os alejéis del pecado, pues sois preciosos a los ojos del Señor. Sois Su Imagen y Semejanza y no podéis haceros esclavos del pecado. No os olvidéis: Todo en esta vida pasa, pero la Gracia del Señor en vosotros será eterna. Liberaros verdaderamente de todo mal y servid al Señor con alegría. La humanidad vive en la oscuridad del pecado, pero vine del Cielo para conduciros a la Luz del Señor. El demonio esparció su veneno por todas partes, causando ceguera espiritual en Mis pobres hijos. Volveos a Jesús. La humanidad beberá el cáliz amargo del dolor, porque los hombres se alejaron del Creador. Volved deprisa. Orad. Orad. Orad. Aún veréis horrores sobre la tierra. Los enemigos de Dios actuarán con gran furia contra los Elegidos del Señor, pero no retrocedáis. Vuestra recompensa ya está preparada por el Señor. Adelante con valor. Amad y defended la verdad. Este es el mensaje que hoy os transmito en nombre de la Santísima Trinidad. Gracias por haberme permitido reuniros aquí una vez más. Os bendigo en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén. Quedad en paz.