Queridos hijos, sois Pertenencia Del Señor y sólo a Él debéis seguir y servir. No vivais alejados del Señor. Sois importantes para la realización de Mis planes. Sed dóciles y en todo imitad Mi Hijo Jesús. Buscadlo siempre en la Eucaristía. Su presencia en el Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad es el gran signo visible de la Misericordia. Acercaros de Él que os ama y os espera de brazos abiertos. La Eucaristía es el mayor tesoro que Mi Jesús ha confiado a Su Iglesia. La victoria de La Iglesia está en la Eucaristía. Acercaros al confesionario, pues sólo así podéis recibir a Jesús. No ofendáis a Mi hijo. Él es vuestro todo. Sed celosos con Su Divina Presencia en la Eucaristía. Camináis hacia un futuro de desprecio por lo Sagrado. Días vendrán en que la mesa estará sin el precioso alimento. La Iglesia de Mi Jesús será perseguida y los enemigos actuarán con gran furia. Doblad vuestras rodillas en oración. Coraje. Quedaros con el Señor y seréis victoriosos. Este es el mensaje que hoy os transmito en nombre de La Santísima Trinidad. Gracias por haberme permitido reuniros aquí una vez más. Os bendigo en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén. Quedad en paz.