Queridos hijos, sois libres. No permitáis que el pecado os lleve a la esclavitud. Pertenecéis al Señor y sólo a Él debéis seguir y servir. La humanidad beberá el cáliz amargo del dolor a través de las armas silenciosas. Los avances tecnológicos traerán gran sufrimiento para Mis pobres hijos. Doblad vuestras rodillas en oración. En las manos, el Santo Rosario y las Sagradas Escrituras; En el corazón, el amor a la verdad. No permitáis que la llama de la fe se apague dentro de vosotros. Acercaros al confesionario para recibir el Perdón Misericordioso de Mi Jesús. Con vuestra alma limpia, buscad a Jesús en la Eucaristía. Él es vuestro todo y sólo en Él está vuestra verdadera liberación y salvación. Adelante sin miedo. Este es el mensaje que hoy os transmito en nombre de la Santísima Trinidad. Gracias por haberme permitido reuniros aquí una vez más. Os bendigo en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén. Quedad en paz.