Queridos hijos, dejad que vuestra vida hable de Jesús más que vuestras palabras. En estos tiempos difíciles, os invito a la oración sincera. La humanidad se ha contaminado con el pecado y es el momento de vuestro regreso. Doblad vuestras rodillas en oración por la Iglesia. Vivís en el tiempo en que muchos actúan como los fariseos: En los labios llevan palabras que llenan de emoción a los hombres, pero el corazón está lejos del Señor. Este es el tiempo de anunciar la verdad en la Doctrina y en la vida. La acción del demonio llevará a muchos a la esclavitud del pecado. Llegará el día en que muchos buscarán la verdad, pero caminarán en la duda. Quedaros con Jesús. Acoged el Evangelio y las verdaderas Enseñanzas del Magisterio de la Iglesia. Soy vuestra Madre y os amo. Conozco vuestras necesidades y rogaré a Mi Jesús por vosotros. No permitáis que la llama de la fe se apague dentro de vosotros. Sed valientes. Mi Jesús necesita vuestro testimonio. Buscad fuerzas en la Eucaristía. En las Manos el Santo Rosario y las Sagradas Escrituras; En el corazón, el amor a la Verdad. Adelante. Este es el mensaje que hoy os transmito en nombre de la Santísima Trinidad. Gracias por haberme permitido reuniros aquí una vez más. Os bendigo en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén. Quedad en paz.