Queridos hijos, buscad al Señor. Él os ama y os espera con los brazos abiertos. No crucéis los brazos. Lo que tienes que hacer, no dejéis para mañana. Recordaros siempre: No podéis encontrar oro donde no hay oro. Alejaros de todo aquello que os aleja del Creador. Alejaros de lugares donde es profanada vuestra dignidad de verdaderos hijos de Dios. Llegará un día en que muchos han de arrepentirse de la vida vivida sin Dios, pero para muchos será tarde. Regresad deprisa. Yo soy vuestra Madre y vine del Cielo para ayudaros. He aquí el momento para vuestro regreso. Un gran castigo caerá sobre la humanidad porque los hombres desafiaron el Creador. Rezad. Sufro por aquello que viene para vosotros. Este es el mensaje que hoy os transmito en el nombre de la Santísima Trinidad. Gracias por haberme permitido reuniros aquí una vez más. Os bendigo: En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén. Quedad en paz.