Queridos hijos, he aquí el tiempo oportuno para vuestro testimonio público y valiente. No crucéis los brazos. No os quedéis en silencio. Anunciad la verdad a todos Muchos de Mis pobres hijos caminan como ciegos porque los elegidos para defender la verdad retrocederan. La humanidad está en el camino de la destrucción que los hombres prepararon con sus propias manos. Arrepentiros. Doblad vuestras rodillas en oración. Los lobos disfrazados de corderos avanzan. La acción de los malhechores causará un gran daño espiritual y pocos permanecerán firmes en la fe. Sufro por aquello que viene para vosotros. Rezad, rezad, rezad. Este es el mensaje que hoy os transmito en nombre de la Santísima Trinidad. Gracias por haberme permitido reuniros aquí una vez más. Os bendigo en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén. Quedad en paz.