Queridos hijos, vine del Cielo para llamros a la santidad. No crucéis los brazos. Lo que tienes que hacer, no dejéis para mañana. La humanidad camina hacia el abismo de la destrucción que los hombres prepararon con sus propias manos. Doblad vuestras rodillas en oración, pues sólo así podéis soportar el peso de las pruebas que están por venir. Yo estoy con vosotros aunque no me veáis. Regocijaros pues vuestros nombres están escritos en el Cielo. No os desaniméis. Después del dolor vendrá la alegría. El Señor transformará la Tierra y todo vivirán felices. Aquello que el Señor ha preparado para Sus elegidos, los ojos humanos jamás han visto. Coraje. Rezad, rezad, rezad. La cruz será pesada para aquellos en Gaziantep, pero el Señor no abandonará a Su pueblo. Sufro por aquello que viene para vosotros. No os alejéis de la verdad. Adelante sin miedo. Este es el mensaje que hoy os transmito en nombre de la Santísima Trinidad. Gracias por haberme permitido reuniros aquí una vez más. Os bendigo en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén. Quedad en paz.