Queridos hijos, sed signo de la presencia de Dios para vuestros hermanos. Imitad a Jesús con vuestros actos y palabras. La humanidad necesita vuestro testimonio sincero y valiente. Mi Jesús os llama, no crucéis los brazos. Lo que tienes que hacer, no lo dejéis para mañana. Abrid vuestros corazones a Mis llamadas. Yo vengo del cielo para llevaros al cielo. Sed dóciles. Todavía tengo cosas nobles a llevar a cabo para la humanidad. Ayudadme. Aquellos que se abren a Mis llamadas no serán desvalidos. En la gran tribulación, aquellos que escuchan y acogen Mis llamadas, serán protegidos y ningún daño os sucederá. Los ángeles del Señor vendrá a vosotros y seréis conducidos y soportados. Coraje. Este es el mensaje que hoy os transmito en nombre de la Santísima Trinidad. Gracias por haberme permitido reuniros aquí una vez más. Os bendigo en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén. Quedad en paz.