Queridos hijos, doblad vuestras rodillas en oración por la paz mundial y la conversión de los pecadores. Rezad por las almas del purgatorio. Sufro por vuestros sufrimientos. Os pido que viváis con valentía el Evangelio de Mi Jesús y testimoniad en todas partes a vuestra fe. La humanidad se ha contaminado con el pecado y necesita ser curada. Volveos a Jesús, pues en Él está vuestra salvación y sin Él jamás el hombre será salvado. La muerte pasará por Panuhat y Burgel y Mis pobres hijos vivirán momentos de grandes aflicciones. Arrepentiros, y reconciliaros con Dios. Lo que tienes que hacer, no dejéis para mañana. Este es el mensaje que hoy os transmito en nombre de la Santísima Trinidad. Gracias por haberme permitido reuniros aquí una vez más. Os bendigo en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén. Quedad en paz.