Queridos hijos, creed firmemente en el poder de Dios. Él todo puede y si os abrís a Su gracia, Él os cambiará. Sed mansos y humildes de corazón. El Reino de Dios es para aquellos que acogen con mansedumbre y humildad Su llamada. Convertiros, y testimoniad en todas partes que estáis en el mundo pero no sois del mundo. Doblad vuestras rodillas en oración. Necesito vuestro sí sincero y valiente. No crucéis los brazos. Yo soy vuestra Madre dolorosa y sufro por aquello que viene para vosotros. Komatsu beberá el cáliz amargo del dolor. Semejantes sufrimientos vivirán los habitantes de Calabria. Regresad deprisa. Mi Jesús os ama y os espera. Adelante. Este es el mensaje que hoy os transmito en nombre de la Santísima Trinidad. Gracias por haberme permitido reuniros aquí una vez más. Os bendigo en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén. Quedad en paz.