Queridos hijos, este es el tiempo de la gran y dolorosa tribulación para los hombres y mujeres de fe. Os pido que no os apartéis de la verdad, pues sólo así podéis mantener encendida la llama de vuestra fe. Buscad fuerzas en la Eucaristía y en las palabras de Mi Hijo Jesús. Vuestra victoria está en el Señor. Confiad en Aquél que es vuestro Bien Absoluto y sabe lo que necesitáis. Convertiros sin demora. Vivís en el tiempo de la gracia. Días difíciles vendrán para vosotros. Todavía no será el final. Como ya he dicho, todavía tendréis largos años de duras pruebas. Volved al Señor en la alegría y no en el dolor. Mi Señor es Misericordioso y quiere salvaros. Abrid vuestros corazones y aceptad Su voluntad para vuestras vidas. Un acontecimiento grandioso ocurrirá en Mebane y se repetirá en Lisboa. Lo que tienes que hacer, no dejéis para mañana. Adelante en el camino que os he señalado. Este es el mensaje que hoy os transmito en nombre de la Santísima Trinidad. Gracias por haberme permitido reuniros aquí una vez más. Os bendigo en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén. Quedad en paz.