Queridos hijos, Cristo es vuestra esperanza. Confiad en Él que ve lo que está oculto y os conoce por el nombre. No os desaniméis. Doblad vuestras rodillas en oración y testimoniad en todas partes que pertenecéis únicamente al Señor. Os pido que viváis audazmente Mis llamadas, pues deseo conduciros a Aquél que es vuestro único y verdadero Salvador. Dad lo mejor de vosotros a la misión que os fue confiada. Sabed que el Señor os recompensará generosamente por todo lo que hagáis en favor de Mis planes. Sufro por aquello que viene para vosotros. Acontecimientos asombrosos sucederán y los sabios quedarán confundidos. Yo soy vuestra Madre y vine del cielo para llamaros a la conversión. Volveos. Lo que tienes que hacer, no dejéis para mañana. Vivís en el tiempo de grandes confusiones espirituales. Cuando un hombre se presentar con tres nombres habrá gran confusión en la casa de Dios. Rezad, rezad, rezad. Coraje. Voy a hablar con Jesús por vosotros. Este es el mensaje que hoy os transmito en nombre de la Santísima Trinidad. Gracias por haberme permitido reuniros aquí una vez más. Os bendigo en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén. Quedad en paz.