Queridos hijos, tened coraje, la fe y esperanza. Creed firmemente en el poder de Dios y el mañana será mejor. Doblad vuestras rodillas en oración. Los que permanecieren fieles hasta el fin no experimentarán la derrota. Yo soy vuestra Madre dolorosa y sufro por aquello que viene para vosotros. Estad atentos. No crucéis los brazos. Vuestro tiempo es corto y es llegado el momento de convertiros. La muerte pasará por Punta Cana y dejará un gran rastro de destrucción. Luzón vivirá la angustia de un condenado. Rezad, rezad, rezad. No quiero obligaros, pero lo que digo debe ser tomado en serio. Adelante en el camino que os he señalado. Este es el mensaje que hoy os transmito en nombre de la Santísima Trinidad. Gracias por haberme permitido reuniros aquí una vez más. Os bendigo en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén. Quedad en paz.