Queridos hijos, sufro por aquello que viene para vosotros. El Brasil vivirá momentos de grandes tribulaciones. En muchas regiones habrá gran destrucción y Mis pobres hijos han de llorar y lamentarse. Cuando os pido para rezar,debéis entender que no vine del cielo como una broma. Vuestra nación se apartó de Dios y los hombres caminan para el abismo de la destrucción. Volveos a Dios, pues Él os ama y os espera con los brazos abiertos. Todo aquello que os he predicado en el pasado se llevará a cabo. Doblad vuestras rodillas en oración. Quiero ayudaros, pero depende de vosotros aquello que Yo deseo hacer en vuestro favor. Abrid vuestros corazones y aceptad la voluntad de Dios. Adelante sin miedo. Quién tiene la Señor jamás experimentará la derrota. Este es el mensaje que hoy os transmito en nombre de la Santísima Trinidad. Gracias por haberme permitido reuniros aquí una vez más. Os bendigo en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén. Quedad en paz.