Queridos hijos, doblad vuestras rodillas en oración y suplicad al Padre Misericordioso por Su Gracia para vosotros. Soy vuestra Madre y vine del Cielo para llamaros a la conversión y la santidad. No os crucéis de brazos. La humanidad camina hacia el abismo de destrucción que los hombres han preparado con sus propias manos. La humanidad cargará una pesada cruz. Una enfermedad vendrá y será peor que cualquier otra que haya existido. Los hombres se contaminarán y millones de cadáveres estarán exparcidos por todas partes. Sufro por aquello que os espera. Arrepentiros. Arrepentiros. Arrepentiros. Este es el mensaje que hoy os transmito en nombre de la Santísima Trinidad. Gracias por haberme permitido reuniros aquí una vez más. Yo os bendigo, en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén. Quedad en paz.