Queridos hijos, una montaña gigante viajará a través del Pacífico a gran velocidad y causará una gran destrucción en muchas regiones. Doblad vuestras rodillas en oración. Sólo a través de la oración encontraréis fuerzas para soportar el peso de las pruebas que ya están en camino. Quiero ayudaros. No os crucéis de brazos. Sed mansos y humildes de corazón y acoged amorosamente Mis Llamados. Lo que digo debe ser tomado en serio. Madagascar y Buzios experimentarán pesada cruz. Semejante sufrimiento experimentarán los habitantes de Niza. Su belleza llegará al fin. Este es el mensaje que hoy os transmito en nombre de la Santísima Trinidad. Gracias por haberme permitido reuniros aquí una vez más. Os bendigo en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén. Quedad en paz.