Queridos hijos, Yo soy vuestra Madre y os amo. Os pido que seáis todos de Cristo. Con vuestros ejemplos y palabras, testimoniad que estáis en el mundo pero no sois del mundo. La humanidad camina ciega espiritualmente porque los hombres se han alejado del Creador. He aquí el tiempo oportuno para vuestro regreso. No os crucéis de brazos. Esforzaos y servid al Señor con amor y fidelidad. No viváis alejados de la oración. Cuando estáis alejados de la oración, os convertís en el blanco del enemigo de Dios. Tiempos difíciles vendrán para los hombres y mujeres de fe. Buscad fuerzas en la oración sincera y en la Eucaristía. Quien permanezca fiel hasta el final será salvado. No lo olvidéis: Yo quiero veros felices ya aquí en la Tierra, y más tarde, Conmigo en el Cielo. ¡Adelante por el camino del bien y de la santidad! Este es el mensaje que hoy os transmito en nombre de la Santísima Trinidad. Gracias por haberme permitido reuniros aquí una vez más. Yo os bendigo en nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén. Quedad en paz.