Queridos hijos, coraje! No retrocedáis. Yo soy vuestra Madre y estaré siempre con vosotros. Yo he venido del Cielo para llamaros a la conversión sincera. No os quedéis estacionados en el pecado. He aquí el tiempo de la gracia para vuestras vidas. Conozco a cada uno de vosotros por su nombre y rogaré a Mi Jesús por vosotros. La humanidad camina hacia el abismo de la oscuridad espiritual. Volveos a la Luz de Dios y seréis grandes en la fe. No quiero obligaros, pues tenéis libertad. Sabed que Mi Señor os ama y espera mucho de vosotros. Confiad plenamente en el Poder de Dios y la victoria vendrá para vosotros. Dadme vuestras manos, pues deseo conduciros a Aquel que es vuestro todo. Yo quiero veros felices ya aquí en la Tierra y, más tarde, Conmigo en el Cielo. No tengáis miedo. El Socorro del Señor vendrá para los justos. Alejaos del mundo y vivid vueltos hacia el Paraíso, para el cual únicamente habéis sido creados. Todo en esta vida pasa, pero la Gracia de Dios en vosotros será Eterna. ¡Adelante! Después de todo el dolor, vendrá para vosotros gran alegría. En este momento, hago caer del Cielo sobre vosotros una extraordinaria lluvia de gracia. Este es el mensaje que hoy os transmito en nombre de la Santísima Trinidad. Gracias por haberme permitido reuniros aquí una vez más. Yo os bendigo en nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén. Quedad en paz.