Queridos hijos, depositad vuestra confianza y esperanza en el Señor. Él está con vosotros y jamás os abandonará. Cuidad del precioso tesoro que el Señor os ha concedido. La fe es la luz que os guía y os conduce al Señor. El hombre sin fe no tiene nada dentro de sí. Volved deprisa. El Señor os llama y os espera de brazos abiertos. No os apartéis de la oración. Sólo por la fuerza de la oración podéis soportar el peso de las pruebas que han de venir. Llegará el día en que muchos hombres buscarán la verdad, pero la verdad estará en pocos lugares. Estad atentos para no ser engañados. Muchos estarán confundidos porque no sabrán distinguir lo que es verdadero y lo que es falso. Sufro por aquello que viene para vosotros. Abrid vuestros corazones a la acción del Espíritu Santo y jamás seréis engañados. Adelante en la verdad. Este es el mensaje que hoy os transmito en nombre de la Santísima Trinidad. Gracias por haberme permitido reuniros aquí una vez más. Yo os bendigo, en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén. Quedad en paz.