Queridos hijos, Yo soy vuestra Madre y vine del Cielo para ayudaros. Sed mansos y humildes de corazón. Escuchad la voz de Dios y dejad que Su gracia os transforme. El demonio quiere quitar vuestra paz, pero podéis vencerlo por la fuerza de la oración. No permitáis que las cosas del mundo os impida de estar en la presencia de Dios. Estad atentos. Sed prudentes. No os olvidéis de los consejos que os he dado en el pasado. Arrepentiros. Buscad Cristo a través del sacramento de la Confesión y fortaleceros en la Eucaristía. Rezad también por los habitantes de Chile. Sufro por aquello que viene para vosotros. Los hombres serán sorprendidos por dolorosos acontecimientos y el dolor será grande para Mis pobres hijos. Adelante. Este es el mensaje que hoy os transmito en nombre de la Santísima Trinidad. Gracias por haberme permitido reuniros aquí una vez más. Os bendigo en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén. Quedad en paz.