Queridos hijos, cerrad los ojos a las seducciones fáciles del mundo y volved al Señor. Pertenecéis al Señor y no podéis vivir estancados en el pecado. Abrid vuestros corazones y aceptad la voluntad de Dios para vuestras vidas. No crucéis los brazos. Vivís en el tiempo de grandes confusiones espirituales. Rezad. Sólo por la fuerzar de la oración podéis encontrar la paz. Sed defensores de la verdad. Vivid y testimoniad de Mis llamadas. Yo quiero llevaros a Aquél que es vuestro Camino, Verdad y Vida. Sufro por aquello que viene para vosotros. Gritos de desesperación se oirán en Sochi y los hombres han de llorar y lamentarse. Este es el mensaje que hoy os transmito en nombre de la Santísima Trinidad. Gracias por haberme permitido reuniros aquí una vez más. Os bendigo en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén. Quedad en paz.