Queridos hijos, Yo soy vuestra Madre. Os amo inmensamente y quiero veros felices ya aquí en la tierra y más tarde Conmigo en el Cielo. Os pido que seáis hombres y mujeres de oración, pues sólo así podéis contribuir para el Triunfo definitivo de Mi Corazón Inmaculado. Vivís en el tiempo de grandes confusiones espirituales. Estad atentos. El demonio quiere alejaros de la verdad. Cerrad los ojos a las seducciones fáciles del mundo, pues pertenecéis al Señor. Deseo que hagáis el bien a todos. Amad. En el amor del Señor descubriréis los grandes tesoros que están dentro de vosotros. Sed prudentes en el uso de vuestra libertad. Procurad en todo hacer la voluntad de Dios. Días difíciles vendrán para vosotros. Habrá gran persecución a los hombres y mujeres de fe y la Iglesia experimentará pesada cruz. Rezad. Sólo por la fuerza la oración alcanzaréis la gracia de la conversión. Adelante sin miedo. Este es el mensaje que hoy os transmito en nombre de la Santísima Trinidad. Gracias por haberme permitido reuniros aquí una vez más. Os bendigo en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén. Quedad en paz.