Queridos hijos, decid vuestro sí a la llamada del Señor. Estáis en el mundo, pero pertenecéis al Señor. Abrid vuestros corazones y servid al Señor con alegría. Os pido que seáis hombres y mujeres de oración. Nada está perdido. Días de alegría vendrán a los elegidos de Dios. Signos extraordinarios serán vistos por toda la tierra y los que están lejos de Dios volverán. Dad lo mejor de vosotros a la misión que os fue confiada. El Señor os ha elegido y confía en vosotros. Adelante sin miedo. Los que están en Enzkreis gritarán por socorro y Mis pobres hijos beberán el cáliz amargo del dolor. Yo soy vuestra Madre y sé lo que viene a vosotros. No retrocedáis. Este es el mensaje que hoy os transmito en nombre de la Santísima Trinidad. Gracias por haberme permitido reuniros aquí una vez más. Os bendigo en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén. Quedad en paz.