Queridos hijos, tened coraje, fe y esperanza. Suceda lo que suceda no os apartéis de la verdad. Los defensores de la Sede del Evangelio y el testimonio de todo el mundo que pertenecen a Dios. No quiero obligaros, pero lo que digo debe ser tomado en serio. Doblad vuestras rodillas en oración. La humanidad camina hacia el abismo de la autodestrucción que los hombres prepararon con sus propias manos. Europa temblará. Tres Países gritarán por socorro. Sufro por aquello que viene para vosotros. No viváis lejos de la oración. Dios quiere salvaros. Sed mansos y humildes de corazón, pues sólo entonces podéis escuchar la voz del Señor. Sheffield beberá el cáliz amargo del sufrimiento. Rezad, rezad, rezad. Yo rogaré a Mi Jesús para vosotros. No os desaniméis. Siempre estaré cerca de vosotros. Este es el mensaje que hoy os transmito en nombre de la Santísima Trinidad. Gracias por haberme permitido reuniros aquí una vez más. Os bendigo en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén. Quedad en paz.