Queridos hijos, doblad vuestras rodillas en oración. Camináis hacia un futuro de pruebas dolorosas, y los hijos de esta nación llorarán y se lamentarán. Soy vuestra Madre, y sabéis bien cuánto os amo. Escuchadme. Yo vine del Cielo para ayudaros, pero necesito vuestro "Sí" sincero y valiente. Dios tiene prisa, y aquello que debéis hacer, no lo dejéis para mañana. Buscad fuerzas en la Eucaristía y en las palabras de Mí Jesús. Recordad siempre: estáis en el mundo, pero no sois del mundo. Acoged Mís llamados y tendréis el Cielo como recompensa. ¡Adelante sin miedo! Siempre estaré a vuestro lado. Este es el mensaje que os transmito en nombre de la Santísima Trinidad. Gracias por haberme permitido reuniros aquí una vez más. Os bendigo en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén. Quedad en paz.

Queridos hijos, confiad en el Señor. Él es todo para vosotros, y sin Él nada podéis hacer. Sed dóciles, mansos y humildes de corazón, pues solo así podrán contribuir al triunfo definitivo de Mí Inmaculado Corazón. La humanidad beberá el cáliz amargo del sufrimiento porque los hombres han desafiado al Creador. Arrepentiros y volved. Lo que tenéis que hacer, no lo dejéis para mañana. No seáis esclavos del mal. Pertenecéis al Señor, y Él los espera con los brazos abiertos. Orad. Solo mediante el poder de la oración y de la Eucaristía saldrán victoriosos. ¡Adelante! En este momento, hago caer desde el Cielo una extraordinaria lluvia de gracias. Este es el mensaje que os transmito en nombre de la Santísima Trinidad. Gracias por haberme permitido reuniros aquí una vez más. Os bendigo en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén. Quedad en paz.

Queridos hijos, Mi Jesús os llama. Acoged Su Evangelio y permaneced firmes en vuestra fe. Huid de las novedades que se extienden por todas partes. Sois del Señor, y solo a Él debéis seguir y servir. Aún tendréis largos años de duras pruebas y solo por la fuerza de la oración podréis soportar el peso de la cruz. Soy vuestra Madre y vine del Cielo para llamaros a la conversión. Tened libertad, pero no permitáis que vuestra libertad os aleje del camino de la salvación. Grande sufrimiento vendrá para vosotros. Vuestra nación cargará el peso de grandes pruebas, y Mis pobres hijos llorarán y se lamentarán. Buscad fuerzas en el Evangelio y en la Eucaristía. Este es el mensaje que os transmito en nombre de la Santísima Trinidad. Gracias por haberme permitido reuniros aquí una vez más. Os bendigo en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén. Quedad en paz.